El
joven y apuesto nerd hace su parte para con los deportes del colegio, ayudando
en los vestuarios, algo que sus amigos no entienden. Claro, no puede explicarles
que le gusta ver a los chicos riendo y gritándose en diferentes grados de
desnudez. Verles como Dios los trajo al mundo. Y, menos, que al estar a solas,
recogiendo el reguero que dejaban, tomaba los suspensorios usados, guardándolos
para disfrutarlos contra su bonito y serio rostro un poco después, perdiéndose en
mil sensaciones, mano sobre su bragueta, oliéndolos en mil fantasías. Lo que nunca
esperó encontrar fue al capitán del equipo, jugando también, disfrutando por su
parte de esos momentos de calma después de sus buenas jugadas. ¿Qué quedaba
sino acercársele, corazón lateándole loco en el pecho, y preguntarle si
necesitaba algo, tal vez una mano amiga… o un apretado hueco?
Momentos
sorpresivos y excitantes que a veces se presentan en la vida de todo tío joven
caliente, y que terminan dándose con algo de suerte.
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