Era absurdo,
ridículo, pero cuando ese tipo le pidió ayuda con el aceite de bebé, con un
nudo en la garganta, no se pudo negar. Quería tocar esa espaldota, y lo hizo,
vigilando la entrada que llevaba a las piscina de la residencia, no fuera y apareciera
su novia, disfrutando los ronroneos del tío, quien pronto le dejó claro qué
tanto quería que le engrasara…
Ay, ya quisiera hacerle eso a un bebé como ese musculoso tan jamao.
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