Cuando
entrevistaron a Darío como posible última adquisición de los remodeladores de
viejos edificios, aunque no contaba con experiencia al respecto, este sabía que
tendría que esforzarse por impresionarles y asegurarse un salario fijo. Por ello
estaba dispuesto, y lo dijo, a probar, aprender y complacer. No tenía de qué
preocuparse; el dueño del lugar y el capataz principal sabían perfectamente lo
querían de él, y para capacitarlo estaban. Independientemente de lo que Darío
pensara, o fuera hasta ese momento, en esos baños comenzaría a cambiar y
chillar, para terminar en lo que tenían tiempo buscando con esfuerzo: una buena
y ansiosa perra que atendiera a los chicos después del almuerzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario